miércoles, 12 de marzo de 2014

LA PERRITA INQUIETA


Allá en un país muy lejano donde el mar se une con la tierra, vivía una familia canina. Entre todos destacaba por su insaciable curiosidad, una pequeña perrita con pelo largo y tonos del color del maíz en el otoño  y con ojos limpios y claros, como el celeste del cielo después de la tormenta.
Se sentía muy contenta jugando con todos los miembros de su clan, aprendiendo los manejos de los animales de su especie, conociendo las artes para vivir con sus propios recursos.
Experimentaba la seguridad de vivir en camada, junto a un sentimiento de dependencia.
Cada día se sentía más y más fuerte, segura de sí misma y preparada para explorar nuevos territorios.
Llegó un día que correteando con sus amigos llegaron a la orilla del mar. Contemplando la majestuosidad de las aguas, distinguió a lo lejos unos delfines nadando y saltando por encima de las olas, dando cabriolas como las del circo.
Se maravilló de la libertad e independencia con la que se movían dentro del inmenso océano. Se sintió conmovida, una sensación nueva había nacido en ella y deseó vivir la experiencia de la  libertad.
Despidiéndose de su familia, se alejó hacia tierras lejanas rodeadas de montañas nevadas. Pasaron muchos días y muchas lunas. Entre montañas conoció la vida en compañía y en soledad, con fortaleza y fragilidad, con salud y enfermedad, con aprecio y desprecio. Fueron  muy grandes  sus experiencias.
Ella mantenía la comunicación con su camada. De cuando en cuando volvía a su tierra y correteaba con los suyos por los lugares familiares.
Una mañana, pensando sobre su futuro ideó marcharse a una isla muy lejana. Allí, quería encontrar una forma propia de tener la comida asegurada todos los días. Pero consideró que debía consultarle a su Madre sobre esa idea.
Y ahí fue donde tomó conciencia de la fuerte unión que mantenía con su clan, al mismo tiempo que se sentía independiente y libre.
Unió de esta manera lo que parecía irreconciliable, la dependencia y la independencia. Así llegó a experimentar la paz interior cuando comprendió que, la convivencia  de los corazones está basada en la conexión de todos y al mismo tiempo en el respeto para que cada uno decida el camino único y distinto a los demás, para experimentar su vida.

Perrita, dependencia e independencia



Miguel Castillo Marfíl


INFOLUPUS ENERO 2014

  

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